viernes, 5 de agosto de 2011

Pueblos De Albacete: Aguas Nuevas

Esta información ha sido extraida de la edición digital de La Verdad De Albacete del 31 de julio de 2011

El domingo pasado leí este  interesante artículo, escrito por Mercedes Sánchez, y aquí os lo presento hoy. Una gran recopilación histórica de este asentamiento manchego, muy cercano a la capital.





Una calle de Aguas Nuevas

Con la esperanza de prosperar y de labrarse un futuro para poder sacar a sus familias adelante, en plena época del franquismo, abandonaron sus vidas tal y como las conocían y sus pueblos. Su equipaje estaba compuesto básicamente por un puñado de grandes ilusiones y la voluntad de trabajar mucho y muy duro. Por lo demás llegaron, tal y como recuerdan hoy, prácticamente «con una mano delante y otra detrás». Cuarenta años han transcurrido desde que se iniciase el proyecto de colonización de Aguas Nuevas, creando así un nuevo núcleo de población que hoy no cesa de crecer. Aguas Nuevas junto con las poblaciones hellineras de Mingogil, Cañada de Agra y Nava de Campana son tierra de colonos. Forman parte de los proyectos de colonización que se impulsaron durante la dictadura franquista con la finalidad de repoblar zonas rurales. Para ello se ofrecían tierras de cultivo, vivienda y aperos de labor a cambio de que los nuevos pobladores echaran raíces en cada zona.
Lugares hasta aquel momento de tierras de secano y prácticamente yermas que acabarían convertidas en superficie de regadío, en el marco de una transformación del mundo rural. Un proceso en el que pronto se comprobó que lo primero que se precisaban eran sistemas de producción más eficaces.
Orígenes
La Torre de la Iglesia
Corría el 19 de enero de 1961 cuando el Instituto Nacional de Colonización (INC) inauguró, a bombo y platillo, el alumbramiento de aguas de El Pasico, situado a 10 kilómetros de Albacete y cerca de El Salobral. Fue el primer paso para crear 1.500 hectáreas de regadío. Hasta el Nodo dio cuenta de la buena nueva. El éxito de la iniciativa fue tal que, poco después de la inauguración, el gobernador civil de la provincia anunció en la Comisión del Consejo Provincial del Movimiento, y tras una visita a Agricultura, la construcción de un poblado para futuros colonos así como la parcelación de las tierras que se beneficiarían de las aguas de El Pasico.
Retazos de historia
Comenzó así a gestarse lo que hoy es Aguas Nuevas. En la Comunidad de Regantes Príncipe de España unos retazos de la historia de la localidad recuerdan que tras el alumbramiento de las aguas se construyeron silos y almacenes, el propio poblado, pensado inicialmente para unos 250 colonos, así como una Escuela de Capacitación Agraria. Éstas últimas instalaciones eran muy necesarias ya que por aquel entonces el INC, y posteriormente el Iryda (Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario), 'tutelaba' a los colonos. Tutela que incluía, entre otras cuestiones, el aprendizaje de las técnicas de regadío y cultivo cuya instrucción se llevaba a cabo en la Escuela creada a tal fin. A la hora de levantar el nuevo poblado de colonización se siguió el modelo arquitectónico y urbanístico ya realizado en la localidad cacereña de Vegaviana y en la hellinera de Cañada de Agra, proyectos ambos de la denominada arquitectura modular firmados por el arquitecto José Luis Fernández del Amo.
Estátua en honor a San Isidro
Las solicitudes para convertirse en colonos, formando parte de la aventura de convertir una tierra antaño casi estéril en un nuevo municipio, las tramitaba el INC. Entre otras muchas cuestiones se priorizaba la cercanía, es decir los habitantes de localidades vecinas tenían prioridad.
A los nuevos pobladores el Instituto -explican algunos de aquellos primeros colonos- les dotó de una vivienda así como de una parcela de entre 8, 10 o 15 hectáreas, según la calidad del suelo. También se les entregó una vaca o un caballo, aperos de labor y algunos productos necesarios para cultivar.
Juan García, Juan Sánchez, Antonio Gallego y José Córcoles son cuatro colonos de Aguas Nuevas. Juan Sánchez y Antonio Gallego llegaron en los primeros años del proceso, mientras que Juan García y José Córcoles lo hicieron casi al final. Juan Marcos Jiménez fue colono solo seis u ocho meses.
Sin arrepentimientos
Jubilados la mayor parte de ellos, reconstruyen la historia de aquellos años con cariño. Eso a pesar de que su relato está plagado de sinsabores y de no pocas dificultades, las que tuvieron que salvar en esos primeros tiempos en los que no tenían nada, excepto penurias y mucho trabajo por delante. Pese a todo no dudan ni un segundo, el esfuerzo mereció la pena.
Y es que la vida en Aguas Nuevas ahora es cómoda, fácil. Para comprobarlo basta pasear por sus anchas calles de casas de planta baja. Calles inundadas por un olor a pan recién hecho en el horno o desplazarse hasta el Ayuntamiento, donde conocen a cada vecino por su nombre y se interesan por su estado de salud según cruzan el umbral de la Consistorio.
Por eso cuando se les pregunta a estos colonos si alguna vez se arrepintieron de su decisión, de dejar su vida anterior y sus municipios para aventurarse en la creación de Aguas Nuevas, la respuesta es unánime. Ninguno de ellos lo hizo. No existió espacio para el arrepentimiento, solo para el trabajo y la ilusión de dibujar un porvenir mejor para sus familias.
La Fuente cercana a la Iglesia
Juan Sánchez recaló en el proyecto de colonización desde Pozohondo y Antonio Gallego desde El Bonillo. Los otros tres compañeros de fatigas en estos años se trasladaron desde El Salobral.
Recuerdan que el proyecto inicialmente se dirigió a los vecinos de poblaciones cercanas, tales como El Salobral, Los Anguijes o Santa Ana. Pero al ver que no se cubrían las expectativas que tenían desde el Ministerio, pronto ofertaron la posibilidad de participar en el proyecto de colonización a los habitantes de municipios tales como Pozo Cañada, El Bonillo o El Ballestero, entre otros.
Una vez autorizada la solicitud para convertirse en colonos, estos asumían el compromiso de mantenerse al menos 10 años en Aguas Nuevas, cuenta Juan Marcos Jiménez. Cumplida aquella década de permanencia, el Gobierno entregó las escrituras de las viviendas y de las parcelas a los colonos. Con las escrituras en la mano tenían que pagar la vivienda en un plazo de 30 años y la parcela en 20 años. Además debían hacer frente al pago anual de gastos generales.
«Aquí no dieron nada porque en ese tercer recibo que pagábamos entraba todo», insiste Juan Marcos Jiménez, subrayando un aspecto en el que inciden el resto. Y es que a nadie se le regaló ni una casa ni una explotación, aunque inicialmente sí se les facilitaron materiales o aperos cuyo pago se retrasó hasta al menos un año después.
La Casa Consistorial
De hecho incluso apuntan que el precio que pagaron por la parcela y la casa se situó por encima del coste habitual en aquel momento «Se pagó en torno a 900.000 pesetas de las de entonces por la vivienda y las tierras», dice Juan Marcos Jiménez.
Ellos arriesgaron e hicieron viables sus explotaciones, no sin muchos sacrificios. Aunque hoy aún no son conscientes ellos, junto al resto de colonos, son los autores y los protagonistas del comienzo de la historia de Aguas Nuevas.
Entidad local menor
El próximo mes de octubre Aguas Nuevas celebrará su cuarenta aniversario como entidad local menor. Cuatro décadas de vida para una localidad que nació con grandes expectativas de crecimiento, hoy transformadas en realidad.
Y es que Aguas Nuevas cuenta a día de hoy con una población de 2.000 habitantes que el verano transforma en 2.150 o 2.170 vecinos, tal y como confirma su alcalde, Juan Cañada. En el último lustro Aguas Nuevas ha visto como su padrón aumentaba en unas 170 personas, lo que da fe de que el que fuese pueblo de colonos tiene mucho futuro.
Juan Cañada es hijo de colonos. De hecho fue el primer hijo de sus padres que nació en Aguas Nuevas ya. Recuerda que hubo gente, sobre todo valencianos que se sumaron al proyecto de colonización y que finalmente acabaron marchándose.
En los últimos cuarenta años en Aguas Nuevas se han dotado de costumbres, tradiciones, fiestas, patrón e incluso cuentan con una virgen traída de una localidad sevillana. En estos días una exposición fotográfica en el Ayuntamiento recrea los orígenes de este pueblo de colonos.

(Fotografías De Javier Peralta Medina)

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