viernes, 6 de julio de 2012

La conquista del Júcar en Albacete


Desde que los cristianos se apoderan de Alarcón e Iniesta (1184-1186), la comarca entre el Júcar y el Cabriel, ya muy debilitada por las luchas entre los musulmanes, se convierte en frontera devastada por las expediciones castellanas y por los almohades que aún dominan Jorquera, Garadén, Alcalá y el castillo de Ves, fortalezas de gran importancia estratégica, además de Las Peñas de San Pedro, Chinchilla y Albacete, en la segunda línea.
Sin duda, aunque conserven sus nombres musulmanes -como puede ocurrir en Abengibre o Alborea ('la Torrecilla'), e incluso en Cenizate, que creemos procede de las norias de sangre ('Saniyat') que sacaban el agua de sus pozos- la inmensa mayoría de las localidades estarían despobladas.
Sólo se mantendrían las situadas en puntos estratégicos y dotadas de algún sistema de defensa, como pudieran ser los pequeños castillos ('al-Qusayr') de los que acaso toma su nombre Alcozarejos (aunque también pudiera proceder de alquezares o cortes en el río), los abrigos rupestres en el cañón del río, de entre las que destaca el curioso castillo-cueva de Garadén (que pudiera venir de 'Gar al-Ayn', o bien de 'Gar al-Din' (la Cueva de la Fuente o de la Religión), o 'Qantarat Turrus' (Puente de Torres), nombre que ya existía en 935, cuando pasa el califa Abd al-Rahmán III, y que sin duda alude a unas construcciones de época romana.
En noviembre de 1211, tras algunos tanteos y cabalgadas previas, el rey Alfonso VIII, con tropas de Madrid, Huete, Guadalajara, Uclés y Alarcón, entró «por la ribera ayuso del ryo que dizen Xucar... ...et çerco luego de su entrada el castiello que dizen Alcala... et priso a esse et a Xorquera et a Garadien et a Cubas, en que fallo muchos presos que tenien los moros et muchos despoios... ...et ricos tornaronse dessa vez pora su tierra».
La Crónica Latina añade que todo ello se hizo en quince días, y que a fines de mes ya estaba de regreso, tras dejar bien provistas de armas y de hombres estas nuevas conquistas.
Poco tiempo después, en el verano de 1212, los cristianos consiguen en Las Navas la famosa victoria sobre los almohades, pero no evitarán que en la zona del Júcar de Albacete -llamada el Axarach, Alaxar o Alaxach- los moros recuperen, al menos, Alcalá: los escuetos Anales Toledanos dicen que en ese año «fue hueste de moros a Alaxar e prisieron las Cuevas de Alcalá», aunque en febrero de 1213 el mismo Alfonso VIII, acompañado ahora por gente de Madrid, Guadalajara, Huete, Cuenca, Uclés y Alaxach (creemos que la misma comarca de Jorquera), volverá a conquistar sin gran dificultad las Cuevas de Alcalá y Garadén.
El forcejeo en torno a la nueva frontera natural situada en el Júcar demuestra la importancia militar y estratégica del río, que es camino del reino de Valencia y clave en la conquista de la Mancha murciana.
Pero los malos tiempos de hambres, pestes y guerras, tras la muerte del rey Alfonso VIII, permitieron la recuperación de toda la comarca por parte de los moros; y por más que Fernando III concedió a la orden de La Selva -o de Silva Mayor- Alcalá y Garadén, a la orilla del Júcar, junto con el derecho a percibir tributos de todos sus vasallos (se supone que moros, aunque también pudiera establecer cristianos), a mediados de 1224, lo cierto es que tampoco los freires militares lograron mantenerse, pues teniendo Jorquera, Chinchilla y Albacete, y Requena hasta 1239, el enemigo mantendrá en su poder esta comarca hasta el derrumbamiento de los reinos de Valencia y Murcia.
Hace ocho siglos, tropas al mando de Alfonso VIII hacían una primera incursión por el valle del Júcar, en lo que hoy es la provincia de Albacete. Comenzaba así una larga y enconada sucesión de peripecias guerreras que, con el paso de los años, dejarían estos territorios en manos de los reyes cristianos.

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